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sábado, julio 05, 2008

Discreción, por favor

Publica hoy El País a cuatro columnas: "El PSOE quiere suprimir los funerales de Estado y los crucifijos en actos públicos". Pues muy bien, y yo que lo vea... pero ¿por qué a cuatro columnas? Volveremos a sufrir agrias polémicas porque, una vez más, hay quien se dedica a darle publicidad, unos a favor y otros en contra. Me fastidia que destaquen tanto una noticia que debería pasar desapercibida, por lo que implica de vuelta a la normalidad. Algo parecido ocurrió con el matrimonio de homosexuales. ¿Por qué tanto interés en meter ruido? Quizás sea un absurdo revanchismo, instalado en determinados sectores progresistas y que poco dice en su favor.

Convertir España en un país realmente aconfesional es una labor que ya debería haberse hecho. Probablemente pueda apuntarse en el debe, ya bastante abultado, de los gobiernos de Felipe González. De Aznar y su nacionalcatolicismo neoliberal poco cabía esperar en este ámbito. Por tanto, muchos lo esperábamos tras marzo de 2004, pero nos quedamos con las ganas. Eliminar los símbolos católicos de actos y lugares públicos es algo que debería hacerse cuanto antes, no tanto en nombre de la confesionalidad del Estado, como de la multiconfesionalidad de los ciudadanos. Como siempre digo: no nos preocupemos tanto de España y precupémonos más de los españoles (entendiendo como tales a quienes nacieron o viven en suelo español). Y hay quien me ha dicho - y es alguien que de religión e iglesias sabe mucho - que esto es algo que debería comenzar a hacer la propia Iglesia y su jerarquía. Quizás les ayudaría a intalarse progresivamente (valga el adverbio) en el siglo XXI. El papel del catolicismo y la Iglesia católica han cambiado sustancialmente en España durante los últimos 30 años: nada le hará más bien a la propia Iglesia que asumir esa realidad y adecuarse a ella. Y, por el bien de todos, con discreción, también por parte de los laicos.

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