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domingo, abril 03, 2005

EL PAPA

Por fin murió el Papa: Juan Pablo II ha sufrido una lenta y penosa agonía, espero que voluntariamente elegida. En cualquier caso, todos hemos podido sufrir junto con él, pues hemos padecido durante años las imágenes del dolor del Santo Padre. ¿Era necesario?
No comprendo el objetivo de mantener a un anciano enfermo en el primer plano de la vida pública. Creo que una de las cosas que definitivamente me alejó de la religión católica es su exagerado culto a la muerte y al sufrimiento. El Pontificado de Juan Pablo II pasará a la historia, con sus luces y sombras, con un balance positivo en lo humano y lo social, que es lo único que muchos le pedimos al Vaticano. Pero para muchas sensibilidades quedará este amargo recuerdo de una agonía pública que nos ha angustiado, y cuyo final hemos esperado durante demasiado tiempo.
La vida debe vivirse larga y felizmente. La única muerte feliz es la corta: de lo contrario muerte y vida pueden confundirse en una transición de sufrimiento.

TERRI SCHIAVO
Pocos días antes que el de Juan Pablo II, dejó de latir definitivamente el corazón de Terri Shiavo, la estadounidense que pasó 15 años en estado vegetativo. Finalmente su marido logró ganar la batalla legal e impedir que se siguiese prolongando su vida artificialmente. Por supuesto, con la oposición de ultraconservadores de todo el mundo.
Tampoco entiendo a esa gente que reniega de los avances científicos cuando se trata de, por ejemplo, reproducción asistida, pero se abraza con fervor al respirador mecánico de un enfermo irreversible.